¿ Quien soy ?

El renacer de una joyera con alma

Hoy, con el corazón abierto y con lágrimas ya más secas que frescas, escribo esto porque mi nueva web no es solo un escaparate de joyas.
Es el símbolo de una nueva versión de mí.
Una mujer que ha caído al fondo del pozo y ha salido con las manos llenas de barro... pero también de fuerza.

Necesitaba contar todo esto. Soltarlo.
Porque no soy la misma que era hace unos meses, ni siquiera la que era hace unos años.
Hoy vuelvo a empezar, no desde cero, sino desde la experiencia y el coraje.


La niña que dibujaba mujeres tristes

Con tan solo 4 años, mi historia empezó marcada por el dolor.
Sufrí bullying, y no por mis compañeros, sino por los adultos que se suponía debían protegerme.
En los maravillosos años 80, donde un profesor tenía la potestad de etiquetarte y condenarte sin dudarlo, me sentenciaron por tener TDAH, por ser disléxica, por no poder estar sentada durante horas.
Decidieron que yo no servía para estudiar.

Así que dibujaba.

Dibujaba mujeres tristes, golpeadas, llorando.
Mujeres que llevaban pendientes, collares, anillos…
Quizás eran el reflejo de cómo me sentía yo: una niña rota, pero creativa.
Con una familia maravillosa que me dio amor, pero con una escuela que me negó todo lo demás.

Fui creciendo. Trabajé en mil cosas. Y todo me aburría. Nada me llenaba.

Hasta que en 2016, un día, sin pensarlo mucho, me dije:
¿Y si empiezo a hacer joyería?

Y empecé.
Con vídeos en inglés, sin saber ni cómo se llamaban los materiales en español.
Fui pionera en España en usar resina, en trabajar con cenizas de cremación.
Pionera sin saberlo, con un síndrome del impostor que me paralizaba… pero con unas manos que sabían hablar.


El día que todo se derrumbó

Hace tan solo un mes y pocos días el día del cumpleaños de mi madre 29 de abril del 2025, mi mundo se oscureció.
Mi marido se fue después de 20 años.
Se fue con otra persona.
Sin explicaciones.
Solo con mentiras, dolor… y abandono.

"Cuando volví, todo estaba roto"

Volví de vacaciones de semana santa  y no sabía lo que me esperaba. Me encontré con un caos que no era mío, pero que me había sido asignado como una condena silenciosa. Deudas por todas partes. No solo las que ya había acumulado y no me pertenecían, sino nuevas, muchas más, acumuladas mientras yo no estaba… como si el universo se hubiera confabulado para cobrarme a mí lo que otros decidieron ignorar.

Cada cifra, cada cobro, cada notificación era una piedra más sobre mi pecho. Me sentía asfixiada, sin espacio para respirar, sin una pausa para llorar. No solo era lo económico. Era el alma lo que estaba roto. Me tocó recoger los pedazos de una vida que otros habían despedazado en mi ausencia. Sin explicaciones. Sin disculpas.

Tuve que asumir todo. Sin derecho a reclamos. Sin tiempo para procesar. Con el corazón hecho trizas, empecé a reconstruirme desde la ruina, desde la rabia, desde la injusticia.

Y aunque me dolió, también desperté. Porque a veces, cuando ya no te queda nada, te encuentras contigo misma.

Abandonó a una niña de 6 años, a quien le dijo que iba al médico… y nunca más volvió.

Yo no entendía nada.
El dolor fue insoportable.
Las primeras semanas fui más de 5 veces al psicólogo.
Sentía que me habían arrancado el alma.

Llegué a pensar que si me colgaba de una viga de mi casa, el dolor se acabaría.
Sí, lo confieso. Con lágrimas aún frescas.
Pero una luz me detuvo.
Mi “santa” no me soltó.

"Las migajas del amor ajeno y cuando descubres que tu matrimonio era cosa de 3 y más"

A la que ayudo a mi liberación pobrecita de ti , que en medio de tu discapacidad emocional, te has quedado atrapada en un lugar donde no hay amor propio, ni dignidad. Ahí estás, esperando que un hombre casado —que ya eligió a otra hace tiempo— te dé las sobras de su atención, como si eso fuera suficiente para llenar el vacío que llevas dentro.

Y mientras esperas, vives a escondidas, mintiendo y cubriéndole la espalda. Te acuestas con su silencio, con su engaño, con la culpa que también es tuya de ver a una mujer sufrir, y lo peor, lo disfrutas. Te conviertes en la cómplice, haciendo todo lo posible para que su esposa y sus hijas no lo descubran, bajo la excusa mas fea y barata que escuche jamás: Es que me lo llevo para que sane, sosteniendo una mentira y rebajándote a las amebas de los piojos de las suelas de los zapatos… pero que también eliges.

Anhelas ser elegida aunque JAMAS te saldrá bien pues los cimientos parten de mentiras de ambos, sueñas con que algún día él se quede contigo. Pero la verdad incómoda es esta: él ya eligió. No es amor lo que estás viviendo. Es apego, es vacío, es una lucha perdida contra una realidad que no quieres aceptar.

Estas condenada a vivir de las sobras. Pero para cambiar tu historia, tienes que empezar por tener mas amor propio.

Y en medio del abismo… llegó R.
Una persona que conocí días antes en un viaje, cuando aún “creía” que era felizmente casada.
Nos encontramos en un andén de tren, me recuerda a la peli " Mientras dormías". No fue casual. Nuestra conexión fue brutal, tanto que creo que en otra vida nos conocimos y que nuestro encuentro no fue casual. 
Me dio su número en un papel azul. Y ese papel, sin saberlo, guardaba una nueva oportunidad para mi vida.

Y justo cuando sentía que mi mundo se desmoronaba, cuando todo parecía perder color y sentido… apareció R. Como sacado de una escena de película —sí, como Richard Gere en Pretty Woman, con esa limusina y el paraguas en alto—, llegó con esa serenidad que calma tormentas.

R no solo ha sido un caballero en el sentido más profundo y auténtico de la palabra, sino que, con pequeños gestos y grandes silencios, me ha mostrado algo que necesitaba recordar: que esto no es un final. Es, en realidad, el suave susurro de un nuevo comienzo.

R. ha estado desde el día uno pendiente de mi y de  eyh Emma, con mis lágrimas, con mis risas, con mis luces y mis sombras. Siempre me saca una sonrisa, es un alma tan bonita y tan pura, que engancha. 
A pesar de todo lo que me cuestioné —que si era muy pronto, que si sería un rebote—, él me da paz, calma, fuerza.
Gracias, R., por cuidarnos. Por hacerme sentir viva. Por no dejarme caer, por los cines, las excursiones, las visitas, las Coca-Colas y los momentos difíciles, gracias por hacerme sentir VIVA, cuando yo creía que todo era en fin, y solo era el comienzo.


Cuando también quise dejar la joyería

En medio de todo esto, también quise abandonar la joyería.

Se había vuelto una carga.
Me asfixiaba mi ex cada vez quería que hiciera trabajos que jamás había realizado, no todo vale por dinero. Me dolía. Me hacía sentir de menos.

Me di cuenta de que habían usurpado mi identidad, que una persona se hacía pasar por mí. Y lo más cruel: quien más me apagaba estaba en mi propia casa, llevaba meses queriéndome alejar de todo esto, porque un sueño se convirtió en una obligación y malas caras. 
La persona que me hacia sentir  que no valía, que solo servía para producir.
Me veía como la gallina de los huevos de oro.
No le importaba si tenía una hernia en la espalda y estaba llorando, ni si ya no dormía, si me asfixiaba, no comprendía nada, me pasaba las noches llorando, evidentemente el no lo veía, estaba demasiado ocupado con " las otras", me quedaba esperando en la cama migajas, pero al fin apareció ella, la pobrecita mujer que no pudo elegir a un hombre soltero y se conformo con un casado lleno de problemas, estaba esperando que yo me levantara de mi mesa, para recoger las migajas que se me caían al suelo. Que pena! 

Pero no lo dejé, estaba cegada, me daba pena y no vi la violencia emocional que ejercía sobre mi.

Gracias a tres amigas que han sido mi salvavidas:
Miri, Rosa y Sony.
Gracias por recogerme rota. Por aguantar mis noches. Por no soltarme. Mis 3 mosqueteras, mis tres amigas.

Gracias también a mi familia.
Y especialmente a mi hermana y mi madre, que son mis raíces.
Y a mi cuñado JUAN, que con sus bromas brutas me ha hecho reír incluso en lo más negro.

Incluso a la familia de mi ex.
Porque sí, ellos tampoco me soltaron.


Mi nueva etapa: desde el caos hacia la luz

Hoy, con esta nueva web, empieza una nueva etapa.

Todavía tengo trabajo por hacer.
Estoy encontrando pedidos que nunca se enviaron. Pedidos terminados y olvidados, porque alguien los escondió.
Estoy buscando a sus destinatarios con toda mi energía.

¿Soy rápida? No.
Pero soy constante.
Soy madre de tres, en exclusiva.
Soy quien acompaña a su niña de 6 años a sanar el abandono de su progenitor.
Y además, lucho con mis propias luces y sombras.

Pero a pesar del caos, voy saliendo adelante.
Con fuerza. Con ilusión.
Con un nuevo enfoque.

No soy perfecta.
Pero soy una supermami emprendedora con dos pares de ovarios bien puestos.

Porque relato esto aquí, porque esta web es mi nuevo renacer, y es justo que sepáis mi historia y como una mujer de 1,62 puede liderar y ganar batallas. 

Y aunque aún me tiemble la voz, hoy puedo decirlo con orgullo:

Estoy viva. Estoy de pie.
Y estoy lista para crear joyas con alma, para contar las historias de quienes ya no pueden contarlas.
Gracias por estar aquí.
Gracias por acompañarme.
Gracias por creer en mí.

Gracias por leerme, Cristina